Tendencias de Royal Rumble. Una mirada a los ganadores.

El ganador del Royal Rumble match es un punto fundamental del evento. Veamos las corrientes de pensamiento a lo largo de su historia.

Tendencias de Royal Rumble. Una mirada a los ganadores.

Sergio Esteban

10/01/2019 a las 19:42

Royal Rumble es el PPV más esperado del año para muchos fans. Incluso por encima de WrestleMania, el gran evento anual del wrestling mundial, este show es capaz de levantar grandes expectativas porque tiene un combate único y muy llamativo. Y es que la batalla real puede estar compuesta por personajes irrelevantes, ser una pelea que ni siquiera estelarice el show o suscitar las iras de los aficionados ante los resultados que se producen.

Pero es innegable que es uno de los formatos más atractivos, por las sorpresas, la impredicibilidad, la posibilidad de ver a luchadores de segunda fila mezclarse con main eventers y por las mil opciones y conjeturas con las que puede jugar la audiencia en las semanas previas. De entre todas esas discusiones y alternativas que se presentan, entre fichajes, ascensos y regresos, hay una cuestión fundamental que preocupa a todo el mundo. ¿Quien será el elegido para ganar el Royal Rumble match?

Es algo impredecible, sujeto a cambios de última hora y con mil factores que hacen cambiar las ideas de los directivos. Y es que esta decisión es de las más relevantes de la temporada. El ganador de este combate es una apuesta de la compañía. El escogido tendrá un protagonismo notable en el Road to WrestleMania, la época del año más importante para un luchador de WWE y tendra un billete asegurado para estar en uno de los duelos principales del magno evento, teniendo una repercusión a nivel global.

Además, el propio hecho de ganar el Royal Rumble es un triunfo tan prestigioso que se puede equiparar a la consecución de un título. Casi todo el mundo, cuando valora el palmarés de una estrella, incluye los Rumbles conseguidos como uno de los méritos más relevantes que se pueden obtener en la empresa de Vince McMahon. Es imposible predecir el futuro y saber que va a pasar, pero si que podemos analizar el pasado y observar como se han movido los hilos del evento, históricamente. Hagamos un repaso, centrándonos en esos elegidos, una mínima parte del conjunto de lo que significa este match, pero el pilar fundamental que queda en el legado.

Nacimiento y consolidación del evento (1988-1992)

El primer Royal Rumble, celebrado en Canadá, fue una moneda al aire. Nadie sabía si el concepto iba a calar en la audiencia y si esa idea de Pat Patterson iba a ser aceptada de buen grado por los fans. De hecho, la victoria en ese combate no supuso nada y ni siquiera Jim Duggan, levantó la mano en el main event, ya que la introducción del match se produjo antes de un combate entre Islanders y Young Stallions. Ni siquiera fue un PPV, ya que fue emitido por USA Network como un especial y contó con la presencia de 20 hombres, sin demasiada trascendencia.

Pero la idea gustó y mucho, hasta el punto de que en el año 89, ya se probó la lucha como el evento estelar de un PPV propio. Big John Studd fue el ganador de esa edición. Pero cuando terminó de confirmarse el éxito de la idea fue en los tres años siguientes, con un nombre grabado en letras de oro, el de Hulk Hogan. Era la mayor superestrella de la época y sus triunfos del 90 y el 91 terminaron de dar la sensación de grandeza a Royal Rumble. El Inmortal era un luchador ya consolidado y sus victorias repercutían de forma directa en el prestigio de ganar la batalla.

En el 92, no llegó a conseguirlo, pero también tuvo un papel fundamental ayudando a Ric Flair, otra megaestrella rutilante de la época a conseguir el título mundial que se ponía en juego por primera vez en el combate de eliminación. Tras un lustro, Royal Rumble había crecido bastante y ya era un clásico, un evento anual y al mismo nivel que otros grandes como WrestleMania, Summerslam y Survivor Series. Y en gran medida es por ese hecho, por la gran implicación e importancia que le daban estrellas muy reconocidas, ganando la contienda.

La búsqueda de una nueva estrella en la crisis (1993-1998)

Royal Rumble era un evento grande y con prestigio, así que era el lugar perfecto para dar a conocer a nuevas estrellas y grandes figuras del futuro. Era un cambio de tendencia necesario, porque progresivamente iban envejeciendo los main eventers de WWF y la competencia de otras empresas como WcW y ECW a mediados de los 90 era feroz. Por eso se tenían que buscar alternativas y potenciar a otro tipo de luchadores, antes de que las cosas se estancasen y la batalla real se hiciera demasiado previsible, siempre a favor de los chicos buenos.

En esta tesitura llegó el triunfo de Yokozuna en el 93. Un heel que no cuajó, pero fue una apuesta diferente, como principio de una nueva mentalidad. En la siguiente temporada, tendríamos a dos ganadores, Lex Luger y Bret Hart. El canadiense ya estaba despuntando de forma individual y su victoria, unida a la consecución del título en WM10, lo convirtió definitivamente en un estelar, pese a haber ganado previamente el título a finales del 92. El caso de Luger, salió rana y la apuesta fue rápidamente desechada por los problemas que hubo después con él, que acabarían con su salida de la empresa, pasando con más pena que gloria por WWF.

Sin embargo, los dos siguientes elegidos, si que se han convertido en grandes iconos de la empresa con el paso de los años. Fueron victorias dobles, reforzadas y además con un asombroso parecido en los tiempos. Shawn Michaels ganó la edición del 95 de forma ilegal y la del 96 de manera legal. Al igual, Steve Austin se hizo de manera ilícita con el Rumble del 97, para ganar por derecho el del 98. Eran las apuestas sobre las cuales se iban a fundamentar los siguientes años, tras la salida de Hart rumbo a WcW y fueron grandes éxitos. Stone Cold fue el icono de la Era Attitude como cara de la empresa en la guerra de finales de los 90 y HBK tuvo también un legendario paso por la empresa, aunque en su caso fue en diferido, tras la lesión de espalda que le hizo perderse esos años de dominio de Austin.

La Era Attitude. La storyline ante todo. (1999-2002)

Eran tiempos convulsos. Una gran guerra se producía en el mundo del wrestling y nadie podía regalar nada. La creación de nuevas estrellas era algo fundamental, pero la explotación de las que había y el aprovechamiento del tirón de estas para vencer a los rivales era necesario para sobrevivir. La segunda victoria de Austin en el 98 ya tuvo tintes de apuntalamiento de la idea y en el 99, se confirmó la tendencia. La rivalidad de Stone Cold y Vince era el clavo ardiendo al que había que agarrarse y había que incidir en ello en todos y cada uno de los shows. Había más cosas, obviamente, pero este feudo era el As principal de la empresa y eso llevó a que Vince McMahon ganara la batalla real del 99. Una idea absurda y más tras haber visto el desarrollo de aquella pelea, en la que Austin también tuvo un rol importantísimo, pero que es entendible en el contexto de lo que estaba sucediendo y generó un revuelo que ayudó a WWF de manera crucial. No se creó una nueva estrella, pero se impulsó sobremanera a The Rock, ayudante de Vince y némesis de Stone Cold en esta época.

La tendencia de la empresa era positiva, iban derrotando a WcW y el reparto de los siguientes Rumbles, también se vería afectado por todo el proceso en el que estaba inmersa la compañía. Importaba la historia y la gloria de esas figuras que estaban batallando contra otras promociones. En el año 2000 fue Rocky el que se hizo con el triunfo y en el 01, volvió a ser Austin el que ganaría de nuevo. Incluso podría incluirse aquí la victoria de Triple H en 2002, ya que él también fue un hombre muy relevante en la Attitude y como agradecimiento, además de por merecimientos, recibió aquel triunfo ante Kurt Angle, haciendo una transición llevadera hacia la nueva época que se cernía sobre la empresa, una vez eliminada la molesta competencia que puso en peligro su posición.

La Ruthless Agression. Vuelta a las oportunidades para todos (2003-2006)

El roster de WWE se incrementó de manera notable con los fichajes absorbidos de WcW. Se dividió la empresa en marcas y hubo un aumento espectacular de la variedad de luchadores con talento que merecían una oportunidad, cada uno con una base potente de fans. The Rock y SCSA ya habían pasado sus mejores años y el ciclo volvía a presentar la opción de apostar por nuevos talentos. El primer elegido para liderar esta nueva Era fue un jovencísimo Brock Lesnar en 2003. Y el experimento salió mal. Duró apenas un año y para la Rumble siguiente, ya se preveía que no iba a seguir en la empresa. Curioso que con lo que apostaron por él y como le falló a Vince en 2004, una década después volviera en loor de multitudes.

En esta época se vivieron épocas de reivindicación de grandes talentos, con una amplia trayectoria y para los que se cuadraron los astros. En 04, Benoit tuvo un momento magnífico, recompensa a su trabajo durante los años y consiguiendo lo que anhelaba en WcW, tener protagonismo. Y en 06 Mysterio, también consiguió su victoria, influenciado todo por la muerte de su amigo Eddie Guerrero meses antes. Eran recompensas a grandes luchadores, pero no pueden considerarse proyectos propios de la empresa. Pese a ser relativamente nuevos en WWE, ya tenían cierta veteranía y no eran el tipo de wrestlers que fueran a llevar la compañía sobre sus hombros.

Los que si lo iban a hacer fueron los co-ganadores de 2005. Por eso esta época era interesante, porque se veían apuestas de todo tipo. En realidad, no fueron considerados como ganadores los dos, porque Batista consiguió derrotar a Cena tras la reanudación del combate. Pero la actuación de ambos, así como la de Orton en 04, permitieron a estos hombres dar el salto generacional que la empresa necesitaba. Todos ellos han triunfado en gran medida y han sido destacados en los años venideros.

La Era PG. Vuelta a la consolidación y apuestas fallidas. (2007-2012)

La edición de 2007 fue un claro homenaje a dos leyendas que ya estaban en sus últimas buenas temporadas, aunque aún sigan en activo. Undertaker y Michaels se jugaron el triunfo en un duelo memorable y que, para un servidor, fue de los mejores finales que recuerdo. No obstante, las carreras de ambos eran de décadas y no eran apuestas sobre las cuales hacer pivotar el futuro. Si lo eran, sin embargo, los ganadores de los siguientes años. John Cena en 2008, Randy Orton en 2009 y Edge en 2010 lograban sus primeros triunfos en el evento, haciéndose de un mayor prestigio del que poseían y reforzando el palmarés que ya tenían. Pero esa es la clave, que ya tenían un gran palmarés.

John había sido campeón todo el 2007, Orton durante el 08, tras una larga rivalidad con Cena y Edge, venía de una lesión y ganó sorpresivamente, pero también se había asentado como main eventer en temporadas anteriores. Había interés en la batalla, pero llevaban años sin crearse nuevas figuras que sorprendieran desde abajo, o que no hubieran tenido un papel destacado en temporadas previas. Pasó a parecer que el Rumble más que una plataforma que permitiera ascender a nuevos talentos, se convertía en una apuesta sobre seguro, para enriquecer el legado de figuras ya establecidas. Por ello, se pretendió en los siguientes años, volver de nuevo a ese aroma llamativo de la Rumble, esa sorpresa, impredecibilidad y espíritu creativo, como plataforma de lanzamiento.

Así llegamos a 2011 donde se promocionó una batalla real de 40 hombres, como aliciente para que todo fuera más vistoso. El elegido para ganar fue Alberto del Río, una opción que tuvo una trayectoria decente en WWE. No se puede decir que fuera un fracaso, pero tampoco dió lo que se esperaba, como nueva estrella latina capaz de mover masas. Y en 2012, la apuesta fue por Sheamus, un hombre que nunca se terminó de consolidar en los main events y que es un luchador muy sólido, pero no destinado a ejercer de líder. Algo fallaba en el concepto y no se veía la misma ilusión que en las grandes épocas de finales de los 90 y principios de siglo. Había que dar un giro radical. Y se dió. Pero para peor. Para mucho peor.

Los años oscuros de Royal Rumble. (2013-2017)

La decisión de Vince pareció ser clara. Si no hay nuevas figuras capaces de enganchar a la audiencia y mejorar el ambiente, hay que volver al pasado y reutilizar a aquellos hombres que si lo han conseguido. Una apuesta que puntualmente puede ser efectiva, pero que a la larga siempre resulta un fracaso, como se vió en la caída de WcW en los 90 o en el empeoramiento gradual de este evento que analizamos. Y es que por mucho que la calidad de una batalla sea alta o baja, la elección del vencedor es tan importante, que puede opacar todo lo que suceda alrededor.

En el año 13, la decisión ya escamó a un sector de la audiencia. Cena no necesitaba el triunfo y parecía extraño que se lo dieran, ya que tenía otras formas de llegar a WrestleMania, objetivo principal de la empresa. No obstante, no fue algo demasiado grave, ya que fue un digno ganador y no molestó a la mayoría de fans. Algo que si ocurrió en el 14 cuando Daniel Bryan se presentaba como esa superestrella preparada para dar el salto definitivo. Ya había tenido buenas actuaciones, pero ese paso definitivo era necesario para ser líder. En vez de eso, la empresa confió en el pasado y se le dió el triunfo a un Batista que tuvo que ser cambiado a heel, para tener un mínimo de aceptación y que tuvo que ser algo apartado ante la irrupción del fenómeno Bryan en WM30.

Al año siguiente la cosa, lejos de mejorar, fue a peor aún. Ganó Roman Reigns en un momento en el que ya no era tan querido como un año antes. Nueva decepción para los fans, unido al protagonismo de Kane y Big Show, dos veteranísimos wrestlers que aburridamente, fueron eliminando sin gracia a los favoritos de la grada. En el 16, título en juego para intentar levantar a la audiencia, pero el triunfo para alguien que ya estaba consolidado 14 años antes, en su victoria de 2002. Un Triple H que ganó por las circunstancias, según él mismo declaró. Y en el 17, triunfo para Randy Orton, el cual no fue tan mal recibido como en años anteriores, pero que no deja de ser una vuelta al pasado y cuyos aplausos se basaron en que el último eliminado fuera Roman, más que en el alborozo de un público entregado a él.

Victoria de Nakamura y previsión de futuro.

En este pasado año, hemos tenido de nuevo el comienzo de un cambio de tendencia, o lo que parece serlo. Shinsuke Nakamura no es ningún jovencito, pero era alguien con poca trayectoria en WWE y ganó en un buen final a Roman Reigns. Incluso se escenificó con alguna secuencia la superación del pasado, poniendo en valor la fuerza del presente y el futuro. Un ganador convincente y que dejó mejor sabor de boca que sus predecesores, pero que ha tenido un mal año, en el que no ha podido aprovechar su oportunidad para destacar. Sus combates por el título contra Styles quedaron por debajo de lo que se esperaba, su turn heel se ha ido desinflando con el paso del tiempo y su reinado con el título intermedio de SmackDown, terminó por convertirse en algo aburrido y secundario.

Analizando el pasado, hay dos caminos por los que optar. Seguir con la tendencia de elevar nuevos talentos, pero con una base sólida (funcionó con HBK, Austin, Batista…) o arriesgarse a un fracaso que puede dar a la batalla otro año consecutivo de irrelevancia (2011 ó 2012). Es una difícil decisión, pero lo que parece claro es que acentúar la vuelta al pasado más lejano no es la solución. Quizás apostar por algo demasiado arriesgado no sea lo más conveniente, pero hacerlo por volver de nuevo a referentes de antaño, se ha demostrado aún peor.

Y ustedes que opinan. ¿Apostarían por alguien muy nuevo y se la jugarían por si sale bien, como en el caso de Drew McIntyre, Elias o Andrade?, ¿irían sobre seguro y venderían boletos de WrestleMania si o si, dándole el Rumble a Cena o The Rock?, ¿se lo darían a alguien consolidado pero que llame la atención como Styles o Rollins?, ¿o centrarían el tiro en alguien que lleve tiempo y tenga experiencia pero nadie espere como Owens o Joe?

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