La devaluación de Survivor Series

Análisis de los motivos por los cuales uno de los cuatro grandes PPV de WWE ha pasado a un segundo plano.

La devaluación de Survivor Series

Sergio Esteban

15/11/2018 a las 13:29

Survivor Series. Uno de los cuatro grandes PPV de la historia de WWF/E, compartiendo ese status con WrestleMania, Summerslam y Royal Rumble. El lugar donde Hulk Hogan y André el Gigante midieron sus fuerzas acompañados por sus aliados en 1987. El origen de la leyenda de Undertaker, que debutó en el año 1990. El evento donde se produjo la mítica traición de Montreal en 1997. El sitio elegido para celebrar la primera Elimination Chamber de la historia en 2002. Ese evento por excelencia del otoño que en el transcurso de 31 ediciones nos ha dejado a grandes supervivientes y momentos memorables con sus tradicionales luchas de eliminación llega a este año 2018 siendo una sombra de lo que en su día fue. Esas épocas de grandeza quedan lejanas y ese misticismo de antaño ha dado paso a un evento que no tiene ni de lejos la importancia que un día tuvo.

Hoy en día es un PPV más, las nuevas generaciones de aficionados al wrestling no lo sienten como importante y su prestigio cada año se va quedando más en el olvido. Tan solo le queda la antigüedad para equipararse a los otros grandes y el proceso de devaluación que sufre es tan evidente como doloroso para aquellos que vivimos sus grandes instantes de gloria. Muchos factores han llevado a la caída de este evento hacía una zona secundaria en la que no debería estar. Unos circunstanciales, otros externos y otros dependientes de las malas decisiones que han dejado al show en ese segundo escalón. ¿Por qué Survivor Series ya no es lo que era? ¿Hay soluciones para recuperar ese status o está condenado a desaparecer, como casi sucedió a principios de esta década? Para ello, hay que profundizar en cuales son esos motivos, así que pasemos a detallarlos:

- El propio concepto de Survivor Series:

WrestleMania y Summerslam tienen grandes luchas y no dependen de ningún tipo de estipulación. Royal Rumble tiene la batalla real como atractivo imperecedero que siempre llama la atención. Y Survivor Series tiene como máximo punto de interés la clásica lucha de eliminación en la que se enfrentan dos equipos de cinco luchadores cada uno, con variantes dependiendo de cada circunstancia. Es su factor diferencial y el motivo por el que se debería comprar el PPV. Pero realmente no es algo que resulte demasiado llamativo hoy en día. En los primeros años del evento, cuando se producían shows con mucha menor frecuencia que ahora, había interés en ver a los luchadores favoritos de cada cual y la combinación de muchos de ellos, con extrañas alianzas y sorpresivas traiciones mantenían al espectador pegado a la pantalla, que compraba Survivor Series con sumo interés.

Pero la lucha en parejas, grupos o equipos se ha convertido en algo muy común y ese punto que hacía diferente a Survivor Series ha desaparecido. Basta con ver los main events de cada edición para observar que en las primeras temporadas, las peleas de equipos copaban esas posiciones, pero a partir del año 1992, casi coincidiendo con la aparición de Raw (lugar donde ya se podía ver en abierto, aunque a otro nivel, lo que solía ofrecer este evento pagando y de forma regular), muy pocas ediciones han tenido como evento estelar a una lucha de eliminación. 2001 por la invasión, 2005 por la división de marcas y las ediciones de 2014 y 2017 porque tampoco había nada que mejorase esa opción. El concepto no es que sea malo por definición, pero la poca exclusividad y la falta de un trofeo u oportunidad real, como premio, hacen que le falte algo al evento para destacar entre los demás.

- Falta de competencia externa directa:

Hoy en día, hay muchas empresas de wrestling alrededor del mundo, unas con más nivel que otras, pero ninguna capaz de llegar al volumen de negocio que tiene WWE. Por supuesto hay alternativas en estas fechas que ofrecen unos buenos espectáculos y que tienen un éxito interesante, pero que no llegan ni de lejos a las cifras que obtiene el gigante de la industria. Más o menos en el mes de noviembre o fechas cercanas podríamos considerar a Power Struggle de New Japan, Final Battle de RoH o Bound for Glory de Impact. En este último caso, incluso es el PPV más importante de su promoción y durante años parecía una alternativa de gran calibre para competir con la compañía liderada por Vince McMahon, pero siendo realistas son ofertas a las que les falta mucho para competir cara a cara con un PPV grande de WWE. Y esto, lejos de ser algo positivo para el interés que suscita Survivor Series, se ha convertido en un arma de doble filo, ya que ha ocasionado que la propia empresa recorte en recursos para este PPV al no tener que vencer a ninguna amenaza externa.

Pero no siempre fue así, ya que en la década de los 90 hubo otro gigante que igualó a WWF en audiencias y la superó, estando a punto de vencerla en la guerra por antonomasia entre empresas. WcW era un enemigo tan poderoso como la propia WWF y en esta época del año se ubicaba Starrcade, el WrestleMania de la compañía de Turner. Ahí si que se prestaba atención a Survivor Series porque la competencia era feroz. Independientemente de las peleas por equipos, se podían ver grandes espectáculos porque Vince ponía toda la carne en el asador. Era un producto fuerte (con sus altibajos) y que gozaba de buena salud porque estaba hecho para competir. Hoy no hay necesidad de ello y ha pasado a ser un evento más. Con mucho nombre, pero uno más, del montón.

- Sobresaturación de competencia interna:

Enlazando con el punto anterior, el hecho de que en el nuevo siglo no haya habido un rival capaz de poner en jaque a WWE, ha venido asociado con la diversificación del producto por la propia empresa de Stamford, para tratar de cubrir el interés de unos aficionados que ya no eran tan fieles como en los 90. El negocio se convirtió en un monopolio y WWE quiso explotar al máximo las posibilidades que le ofrecía la situación, por lo que amplió la nómina de PPVs, haciendo de ellos una costumbre mensual. Esto afectó a Survivor Series, ya que el interés principal dentro de las historias de la propia empresa se tenía que repartir en más momentos a lo largo de la temporada.

No solo eso, sino que las estipulaciones que funcionaban y llamaban la atención como Hell in a Cell, TLC, Extreme Rules o Money in the Bank, pasaron a tener un PPV propio, dedicado exclusivamente a ellas. Y, lógicamente, el público más casual se siente más atraído por esos eventos que eran muy potenciados que por un Survivor Series en el que ya no se ofrecían ese tipo de contiendas, para no saturar al espectador. Con los años, las audiencias y la TV ha pasado casi a un segundo plano y las novedades, los nuevos conceptos y las ideas alternativas han ganado un gran peso en esta era tan digitalizada e inmediata. Solo hay que mirar este otoño, la importancia y la promoción que han tenido los diferentes eventos que ha llevado a cabo WWE. Ahora hay canales propios, muchísimo más contenido y muchas divisiones que sectorizan toda la oferta aún más, pero es curioso ver el poco interés que ya genera Survivor Series no solo en los fans, sino en la propia escala de McMahon.

Tenemos un promocionado War Games de NXT bien construido y que despierta la atención del público más indy. Un evento en Arabia Saudí, que más allá de las polémicas que lo han envuelto, ha sido una fuente de ingresos importante para la empresa, lo cual ha hecho que se centrara más la atención en ese proyecto. El primer PPV femenino de la historia, que ha centrado también muchos esfuerzos, sobre todo en labores de promoción. En definitiva, que Survivor Series parece olvidado y solo ha habido dos semanas para crear historias, en su mayoría irrelevantes, muy precipitadas y que pasarán sin pena ni gloria, ya que no perdurarán en la memoria de nadie. De hecho, hasta el último SmackDown, que no deja de ser un programa semanal, con el turn de Bryan, el cambio de campeón y el abrazo de Becky y Charlotte estará por encima del PPV en cuanto a repercusiones.

- SmackDown vs Raw:

Este punto no tiene porqué ser malo en sí mismo, pero ha limitado mucho en los últimos años. En 2005, cuando se celebró el primer combate entre las dos marcas para determinar cual era la mejor, tenía una razón de ser. Los miembros de cada equipo se identificaban con cada conjunto y la guerra de marcas, ante la falta de competencia externa era un gran reclamo, hasta el punto que la saga de videojuegos principal con contenido de WWE pasó a denominarse de esta manera. A lo largo de los años ha habido momentos en los cuales convenía realizar esta rivalidad y esta aportaba cosas a la profundidad del evento, ya que al menos había algo en juego, aunque fuera el honor sobre kayfabe. Sin embargo, ese interés se fue devaluando y acabó por arruinar el interés en Survivor Series, cuando en 2009 se creó un PPV específico basado en este concepto, llamado Bragging Rights. Un PPV que afectó a Survivor Series, al realizarse un mes antes y que puede considerarse como un fracaso, ya que solo se mantuvo un año más en cartelera antes de desaparecer.

Sin embargo, tras varios años sin esa rivalidad entre marcas, se recuperó la idea en 2016. Para ser justos, durante estos años se han visto aberraciones que no tenían nada que ver con esta división, como enfrentamientos entre Total Divas y Bella Twins o luchas en las que lideraban Brodus Clay vs Lord Tensai, por ejemplo, así que no parece mala idea, a priori, recuperar el concepto de show rojo contra show azul. Pero en la práctica, ya no hay ese sentimiento común de pertenencia a una marca, de cara al espectador, por mucho que intenten venderlo. Además, hay rivalidades sin construcción, sin preparación y que parecen un oasis en el desierto, que más que aportar, molestan en el desarrollo de la continuidad de los shows. La lucha de equipos por parejas, la de campeones intermedios o la clásica femenina de este año, son ejemplos de peleas forzadas, sin interés de por medio y que ocupan el espacio que podrían tener duelos que enfrentaran a luchadores de la misma marca con un mayor sentido. La única función es glorificar la eterna lucha de los hermanos (Stephanie vs Shane) que lideran a sus shows contrapuestos, lo cual es un concepto tan desfasado como repetitivo y en el que se anteponen los egos personales por encima de la calidad del producto que se ofrece. 

- ¿Que soluciones hay para recuperar el interés en Survivor Series?

Ni la propia directiva sabe como contestar a esta pregunta. Ellos serían los primeros interesados en tener una respuesta para que sus activos subieran y recuperar el prestigio perdido, pero no la encuentran o no quieren encontrarla. Los síntomas de que este PPV molesta o los esfuerzos que se ven en otras alternativas, potenciando eventos que deberían ser secundarios por encima de un show histórico, son claros indicativos de que el poco interés en Survivor Series no es solo cosa de los aficionados, sino también de los que manejan los hilos. Los dirigentes parecen estar poco interesados en invertir en algo que a los más jóvenes les parece obsoleto y no consigue engancharlos a los niveles de antaño. Como cualquier empresa, WWE busca rentabilizar al máximo su producto y lejos de romanticismo, su objetivo fundamental es optimizar los recursos que tienen en su mano para sacar el tope de beneficio al que puedan llegar. Y, la verdad, Survivor Series no parece, por desgracia, ese evento al que haya que potenciar. Este año, ni siquiera hay una lucha titular, ni siquiera ha habido una promo entre los dos luchadores con los cinturones de mayor grado de la compañía…

Es una lástima ver como este evento se va muriendo poco a poco y sobre todo pierde el prestigio que un día tuvo. Si, se puede mantener en las programaciones anuales y seguir celebrándose edición tras edición, pero está muy lejos de tener la importancia que debería tener por historia y antigüedad. A cualquier joven que se le pregunte actualmente que eventos considera como los más importantes, nombrará a los otros tres grandes, pero no a este, porque no tiene nada de especial. Tendrá a grandes luchadores, pero como cualquier house show y podría llamarse como fuera que poco importaría. Y en ocasiones, casi peor que la desaparición es ver como algo cae en el olvido y pasa a ser indiferente cuando ha tenido grandes días de gloria. Aquel debut de Undertaker, aquellas batallas de finales de los 80 y principios de los 90, aquel screwjob a Bret Hart, aquella victoria de Michaels en la Chamber tras su larga lesión...

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