Bound for Glory, el gran fallo de Impact

Bound for Glory falló a la hora de reconciliarse con sus fans, de dar un golpe sobre la mesa con un gran evento, demostrando que pese al cambio de nombre sigue siendo TNA

Nacho Jazz Abes

11/11/2017 a las 11:24

Impact nos ha mentido. Ha mentido a sus fans, a la gente que les ha seguido durante años. A los que, tras un año extraño lleno de cambios de nombres, idas y venidas de talento, prometió un reinicio fresco en su producto. Impact lo ha confirmado, sigue siendo la misma TNA de hace 10 años.

En 2008 tuvo lugar Bound for Glory, el primero que yo vi en mis inicios como fan del pro wrestling. El campeón mundial Samoa Joe defendía ante el legendario Sting, a quien yo todavía no conocía demasiado. La pelea tuvo un curioso desarrollo donde el campeón, siendo el face de la contienda, parecía el heel. Hasta que apareció Kevin Nash. En esos momentos no se sabía la relación de Big Sexy con TNA y varias fuentes apuntaban que dejaba la empresa y regresaba a WWE, pero hizo su aparición. Su aporte al combate fue atacar a Joe y darle la victoria a Sting.

Desde 2008 he sigo testigo de los muchos problemas que ha tenido TNA/Impact hasta el domingo. Problemas en los papeleos, arenas vacías, dudas sobre quién tiene el poder tras bastidores, pero sobretodo, decisiones creativas. Anthem prometió que tras comprar a Dixie Carter la empresa, sería una promoción nueva. Y yo lo creí. Algo tan simple como renombrar la empresa a Impact hizo que dijera "ey, quizás sí sea diferente, ya no es TNA, es Impact". Bound for Glory, el mayor evento del año, me demostró lo contrario; que sea TNA, Impact, GFW o UltraWrestling, seguirá teniendo los mismos fallos.

El domingo no solo fuimos testigos de combates de una calidad estándar tirando hacia mala, sino de un problema más profundo. Gail Kim ganó el último título de su carrera, pero apenas dieron tiempo para que se disfrutara esta coronación, se cortó demasiado rápido para preparar el siguiente combate. Tras la campanada del main event sólo hubo un escaso minuto hasta que se cortó la transmisión. Un público muerto que apenas reaccionó cuando Sami Callihan y Jimmy Jacobs hicieron acto de presencia. Pero una de las decisiones más cuestionables fueron las interferencias. Mejor dicho, LA interferencia. A lo largo del evento vimos cómo Laurel y Rosemary interfirieron en el Monster's Balls match, cómo Konnan y Callihan ayudaron a sus respectivos equipos, como un equipo entero de luchadores de MMA entraban en una jaula a pelear, Adonis ayudando a Drake (esa última interferencia justificable). Lo peor, vimos cómo Alberto arruinaba un main event que habría sido lo mejor del evento.

Alberto interfirió de manera previsible, arruinando todo el combate. Quitó a Johnny Impact la posibilidad de ganar el título, atacó a ambos luchadores para cederle el cinturón a Eli Drake. Una interferencia final sin sentido. Una historia que se viene repitiendo en Impact desde tiempos inmemorables (que yo recuerde, 10 años). Bookeos ilógicos, combates plagados de interferencias, fallos de producción, de papeleo... Lo peor, o lo más curioso, es que ya no tiene ninguno de sus históricos al que culpar. Dixie Carter, Vince Russo, Jeff Jarrett, Hulk Hogan, Eric Bischoff... ya no queda nadie a quien señalar con el dedo, una cara a la que reconocíamos como el culpable. Impact defraudó a la hora de reconciliarse con sus fans, de dar un golpe sobre la mesa con un gran evento, de demostrar que es diferente a su yo del 2016. Solamente nos ha confirmado que no ha cambiado.

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