El respeto a los títulos

Para todo aquel que firma un contrato con WWE o cualquier empresa de wrestling, su mayor objetivo debe ser el aspirar a que algún día el título máximo de la compañía recaiga en él/ella. Evidentemente no todos ni todas valen para ello, pero hay unos pocos elegidos que su sueño se verá hecho realidad. Algunos por talento desbordante, otros por cuestión de imagen, otros por los gustos del momento, otros por decisiones creativas que les engancha por el medio y otros simplemente por marketing. Hay muchas opciones de acceder al selecto muro de los campeones, pero para mí, no todas son válidas desde el punto de vista del campeonato.

De nada sirve que te ponga WWE Champion en la tarjeta de presentación si después no puedes argumentar tal afirmación con algo que no sea más que una frase. Y en contra de lo que parezca, hay bastantes maneras de desprestigiar un título. Y es algo grave, pues para recuperar después el prestigio perdido habrá de hacer lo que le tocaba a él más lo que su predecesor no consiguió.

Primero, tiene que tener madera de campeón. A mi modo de entender, eso significa lucir como campeón en todos los aspectos, dentro y fuera del ring. Tiene que tener un mínimo de talento y una manera de pelear que al menos se considere aceptable. Si no cumple algo de esto, es evidente que no es la persona adecuada. Y lamentablemente en la historia de este deporte, nos encotramos con muchos casos en los que un título sufre tal daño en su prestigio, que su valor se ve reducido, a veces incluso, a 0.

WCW era una gran empresa en muchas cosas, entre otras cosas, en cargarse campeonatos. Al heredar el título de campeón de la ancestral NWA (al menos el campeonato fisicamente), casi desde su nacimiento WCW contaba con el campeonato más prestigioso de todo el wrestling, por su historia, antigüedad y palmarés. Pero pronto empezó a demostrar que había cosas que no funcionaban bien en la dirección creativa, y el WCW World Championship quedó enterrado la nefasta noche de 1998 en la que David Arquette, actor de dudoso talento, se proclamó campeón. Muchos ya conocéis la historia, para los que no, WCW produjo una película llamada Ready to Rumble, cuyo protagonista era este señor. Una vez el film se estrenó, el tipo empezó a aparecer en WCW hasta el punto de entrar a competir en un Tag Team match donde el título estaba en juego (estipulación ya suficiente extraña como para que el combate no fuese por el título). La cosa es que, se crea o no, Arquette logró el pinfall sin querer, pues básicamente cae sobre un cuerpo, y se proclama WCW Champion. El mismo título que Ric Flair, Sting, Hulk Hogan, Dusty Rhodes, Harley Race habían defendido con tanto talento y orgullo, caía en manos de alguien ajeno al wrestling y de aquella manera. 

El daño al título fue tan grande que jamás se recuperó, aunque hay que decir que WCW se empeñó muchísimo en que así fuera.

En 1999, WCW puso el último clavo de su ataud cuando ocurrió el infausto momento conocido como Fingerpoke of Doom. Básicamente lo que pasó es que se pensó que era buena idea reunificar, 4 años después de su debut, la nWo. Y para ello qué mejor manera que hacer que el entonces campeón Kevin Nash, que venía de ganar el título a Goldberg en el PPV más importante del año de WCW apenas tres semanas antes, consiguiendo ser el primer wrestler en derrotar a Goldberg en su carrera, le "entregase" el título a Hulk Hogan. La idea ya pinta horrible, porque entregar un título es sinónimo de enterrar validez, pero para rematarlo, el combate se vende de normal hasta que suena la campana. Lo que ocurre entonces es que Hogan toca con un dedo el pecho de Nash, éste cae fulminado como si le hubiese alcanzado un rayo, y Hogan gana por pinfall. Increíble, consiguieron superar lo de Arquette. 

He leído a muchísima gente que ese fue el día en que WCW comenzó a bajar la persiana y estoy totalmente de acuerdo. Desde esa noche hasta el último día, WCW estupideces sin sentido con su título principal. Hubo un First Blood match en el que, se crea o no, el título se retuvo via pinfall. O un combate en el que Booker T se proclama campeón con una estipulación que ni recuerdo el nombre, pero básicamente consistía en un combate con cuatro cajas, una en cada esquina, y una de ellas contenía el cinturón.

Todas estas cosas hicieron que el WCW championship valiese 0. Por eso se le da tan poca importancia a Booker T en la trama de Invassion al hecho de que sea el WCW Champion y el último de la historia de la compañía.

WWE debe ir con cuidado, y como en la vida, aprender de la historia. Y a veces tiene tics peligrosos. Uno recurrente y que hace daño al título y al portador es el típico cambio de actitud entre cuando se es aspirante y cuando se es campeón. Se me vienen multitud de ejemplos a la cabeza de luchadores que como aspirantes hacen cualquier cosa y de manera sanguinaria y cuando son campeones se transforman en cobardes que evitan pelear.

Otro tic del que peca WWE de vez en cuando es la frecuencia del cambio de títulos. Se nota mucho que a veces quiere engordar el palmarés de alguien y básicamente cada combate por el título, éste cambia de manos. Esto es peligroso, ya que los reinados son inexistenes, y por ende, el valor del título de devalúa. 

Y otra cosa que sería bueno advertirlos es que no puedes usar un campeonato como herramienta de marketing. No puedes dar el título a alguien porque es tu imagen en la campaña del videojuego del año, o porque quieras entrar en un determinado mercado.

Los títulos, en el mundo del wrestling, se miden por prestigio y valor, no por nombre. Por eso, aunque te inventes un título nuevo, no tiene valor hasta que la historia así lo dictamina. Y existen aún unos pocos títulos de enorme valor, tan y tan importantes, que se tienen que cuidar como el propio wrestling. Por favor, no eches por tierra un éxito de décadas por una o varias malas decisiones. Él nunca lo haría.

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