Carmella, la princesa... de siempre

Mi opinión personal sobre lo que sucedió anoche en el combate femenino de escaleras

Sonia Arroyuelo

19/06/2017 a las 15:39

“Vamos a hacer historia”. Con estas palabras, Shane McMahon anunciaba, hace algunas semanas, el primer combate con escaleras femenino en Money in The Bank. Los aficionados presentes en el recinto, enloquecían. Los que veíamos el programa desde casa, también. Y, más allá de los vítores, las aficionadas visualizábamos, además de un choque vibrante, un paso más hacia la igualdad en una empresa que, si bien algún día estará en manos de una mujer, nunca se ha caracterizado por dar a sus trabajadoras el mismo trato y oportunidades que a sus trabajadores. Por lo menos, a las trabajadoras que suben al ring cada noche para entretenernos.

A decir verdad, si vemos lo que ha pasado con las mujeres en WWE durante los últimos tiempos, una lucha por el maletín era el siguiente paso tras dejar de ser “Divas”, luchar en combates Last man standing (que, curiosamente, mantuvo su nombre a pesar de que las contrincantes fuesen mujeres), en una jaula de acero... era la confirmación de que las luchadoras pueden hacer lo mismo que sus compañeros. Los aficionados, hombres y mujeres, estábamos entusiasmados con la idea hasta que, de repente, sin saber cómo ni por qué, la evolución se tornó involución. En unos segundos, la alegría se volvió sorpresa. La emoción, decepción. El alma se nos cayó a los pies y la indignación se apoderó de nosotros. En especial, de nosotras, que fuimos las que durante semanas escuchamos como nos repetían que cinco mujeres, parte de la élite del roster de Smack Down, lucharían con uñas y dientes por un privilegio reservado, hasta ahora, a sus compañeros. Cinco luchadoras, cinco auténticas guerreras que han tenido que vencer muchos obstáculos para eliminar clichés y que se las tomen en serio... Visto lo que sucedió anoche, la pregunta obvia que nos hacemos las seguidoras, como mujeres y como aficionadas, es: ¿Para qué? Para nada, para que la primera persona en tener en sus manos el maletín de Money in The Bank femenino sea un palmero cuyo único talento en esta empresa ha sido, y es, estar a la sombra de otros, ocupando un puesto que, bajo mi punto de vista, no merece, y que ha ensuciado un momento tan importante en la historia de las que disfrutamos con este entretenimiento.

Pero siempre hay dos caras en una misma moneda y, en este caso, esta segunda cara es ella... Carmella. La “Princesa de Staten Island”. Una luchadora con poca experiencia pero que, desde que soltó la mano de Enzo Amore y Big Cass, no ha parado de intentar convencernos de que es capaz de pegar tan duro como cualquiera de sus compañeras y de que está preparada para lo que sea. Sinceramente, creo que ayer, en ese recinto de Missouri, perdió toda la credibilidad que había ganado; la perdió al elegir el camino fácil, al dejar que “el caballero” la rescatase, como hacen las “princesas” de los cuentos, en lugar de pedirle que le dejase librar su propia batalla, como hacen las princesas de verdad, que no temen ensuciarse las manos y demostrar que lo que tienen se lo han ganado por sí solas.

Todos los que vimos el combate sabemos que la cosa no va a acabar así, que hay storyline para rato, sobre todo después de las reacciones de Daniel Bryan y Sahne McMahon en las redes sociales, pero la verdad es que ya da igual. Nada de lo que hagan podrá reparar el daño y la humillación. Nada podrá hacer olvidar que la primera persona en descolgar el maletín blanco no fue la tan rumoreada sexta participante del combate, sino quien menos esperábamos: Un hombre.

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