El próximo 2 de abril olvidaremos a artistas. No pasarán a la historia hitos que hemos vivido. No recordaremos nombres. Miraremos hacia otro lado y no disfrutaremos de experiencias únicas mientras permanecemos atentos a un esperado estreno. Todo eso ocurrirá un 2 de abril.
Olvidaremos cómo el compositor
Kevin Owens agarró con valentía el testigo de la partitura de
Finn Bálor para orquestar el tributo a dos grandes nombres que hace 13 años no supieron componer por sí mismos en el peor concierto de sus vidas. Lo hizo junto a un tal
Chris Jericho que, a sabiendas de su dilatada discografía, quiso hacerle los coros a una promesa con un talento musical bárbaro pero una apariencia de cantante de media lista de los
40 Principales. Dos artistas canadienses teloneros de
Brock Lesnar y
Bill Goldberg, dos estadounidenses con ganas de
Grammy y actuación asegurada en el descanso de la
SuperBowl.
No pasará a la historia el trabajo de la dupla de centrocampistas formada por
Dean Ambrose y
AJ Styles. Qué futbolistas. El primero, el incansable trabajador que enciende a la grada. El segundo, el creador de juego, el asistente con el toque de balón más exquisito de la actualidad. No serán titulares en la final pese a haber salvado los muebles al entrenador del equipo azul cuando el veterano y venerado capitán
John Cena se ausentaba de las portadas. Los focos y el premio sobre
Randy Orton, el delantero irregular que, a su manera, siempre termina con grandes cifras goleadoras y ha sabido hacer famosa su pose de celebración. ¿Su rival?
Bray Wyatt. El líder de un equipo que siempre parece que vaya a lograrlo pero acaba perdiendo las finales. Quizá tener tanto tiempo en el banquillo a un
Luke Harper a la espera de traspaso sea un desperdicio.
No recordaremos los nombres de
Sami Zayn o
The Miz, los alumnos más aventajados de las dos principales universidades del país. Uno es un gran ingeniero y el otro un excelente comunicador. La beca y el mejor puesto de trabajo irán para los familiares del presidente.
Shane McMahon posee un expediente con únicamente un par de notas destacables en una evaluación mediocre en su carrera de Química. Por su parte,
Triple H no asiste a clase ni hace los trabajos, pero salda su nota en Ciencias Políticas en los meses de recuperación. Sabe que, de una manera u otra, al final de curso será el chico más popular del campus.
Obviaremos al colectivo femenino, al que la sociedad ha escuchado todos estos meses clamar por su individualidad como mujer, sus derechos y la igualdad de oportunidades. Los altos cargos del Gobierno no serán para ellas. Un gran número de mujeres relegadas al Senado en combates múltiples sin importancia. Únicamente para que el Ministro pueda presumir de porcentaje equitativo en la cámara, más allá del peso que tengan en la toma de decisiones.
Charlotte Flair ya no es aquella mujer protagonista, sino una más en un cartel repleto de nombres femeninos pero poca intrahistoria.
Lo mismo con las parejas de hombres, de quienes sus continuas luchas reivindicativas apenas han tenido protagonismo en los medios. Tendrán su espacio y se hablará de ellos si se da alguna noticia polémica o un miembro del colectivo resulta demasiado excéntrico. Buen ejemplo es un tal
Enzo Amore, un tipo que es noticia por encima del resto de sus compañeros por el simple hecho de llamar la atención un mero día de Orgullo. Eso no es más noticia que el desarrollo y personalidad del resto de división, con tipos como
Cesaro o
Sheamus que, trabajando mejor o peor, deberían ser igual de influyentes. Que cada cual actúe como se sienta más cómodo y que eso no suponga mayor o menor relevancia en los medios si el comportamiento es igual de elogiable sea más o menos excéntrico.
No disfrutaremos de las experiencias de videojuego que nos proponen
Neville y
Austin Aries, dos protagonistas de una obra a la que pocos jugarán por estar en la plataforma equivocada, la menos potente y la que dispone de menos usuarios. Esto es consecuencia de descuidar la promoción pese a poder presumir de buenas mecánicas jugables y un sólido apartado artístico. El Campeonato Crucero es muy Nintendo.
Por último, los Premios de la Academia se cebarán con el último estreno del director
Vincent Kennedy McMahon. Una película basada en la legendaria obra de ficción del autor
Mark 'The Undertaker' Calaway que, sin embargo, apuesta por el tipo de guion y estética modernos del
blockbuster de superhéroes actual. El actor principal es el polémico
Roman Reigns, quien dejó de ser actor revelación y ahora suele resultar elogiado por su buena interpretación en filmes de acción, pero es vilipendiado por ocupar papeles más profundos desbancando a otros miembros del reparto que, según dice la crítica, no reciben las mismas oportunidades que él. Gane un
Oscar o un
Razzie, el éxito en taquilla está asegurado.
Wrestlemania 33. Lugar de compositores y artistas, de suplentes y titulares, de aventajados y enchufados. Sitio para colectivos maltratados, videojuegos olvidados y cine de Marvel y DC. Acomódense y disfruten del sueño. Ya habrá tiempo para despertar.
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