Sergio Bustos | @SergioBR10
10/12/2015 a las
Una vez más, quiso intentarlo. Era joven, pero los directivos le habían dado el ‘OK’ la mañana anterior e iba a disponer de tiempo suficiente para dirigirse al público. Llevaba consigo una promo que había preparado él mismo. ¿El objetivo? Encauzar su personaje y posicionarse como un wrestler con potencial. Se puso el traje de faena, se ató las botas y le echó un último vistazo al papel. Eran pequeñas anotaciones, no había texto en sí mismo. Creyó que si escenificaba sus ideas de forma natural partiendo de unos puntos genéricos lograría más naturalidad y conexión con el respetable. Le dieron la orden. Tocaba salir, y allí que fue. Ingresó en el ring, agarró el micrófono, esperó que terminase su música y comenzó a ejercer de malo de la película. El guión requería que cargara duramente contra un reciente campeón
face de un título
midcard. Si lo hacía bien, se involucraría en una
storyline a tres bandas en la que no saldría muy mal parado si recibía una reacción acorde a lo que se le pedía. Había ausencia de buenos
heels y él era un activo importante de cara al futuro.
Pero algo grave sucedía, pensaba. Por más que pronunciaba barbaridades y jugaba con su buen uso de la dialéctica para demostrar arrogancia de una manera más original y atípica, no obtenía lo que se había propuesto. Apenas leves abucheos de las filas principales del público y algún chaval revoltoso que le ponía mala cara. Ell resto, la gran mayoría, se dividía en un duelo entre el grupo que no sabía qué hacer y el que le ovacionaba a cada frase. Había contado con algún
"What?" de la muchedumbre en su plan inicial, pero ni eso.
Tenía que originar odio y salió a vítores. ¿Era eso positivo? ¿Estaba haciendo mal su trabajo?
El wrestler ficticio que protagoniza esta historieta no es más que la representación de una disonancia que ocurre cada vez con más frecuencia en el mundo del
sports entertainment. Hablo de la existente entre
la reacción que en teoría debe crear un personaje heel (o ‘malo’) y la que obtiene sin embargo en numerosas ocasiones.
Heels que quieren hacer bien de
heels y no saben hacerse odiar. Unos porque no consiguen conectar y padecen indiferencia, otros porque son tan buenos interpretando su papel que acaban ovacionados (yo me permito llamarlo el ‘Síndrome del Joker de Nolan’) y un puñado restante que no dispone de oportunidades suficientes para que siquiera la gente sepa cuál es su verdadero bando. Da igual, el conflicto es el mismo.
Tan solo un pequeño grupo consigue un abucheo general allá donde va. ¿Son mejores que los anteriores por ello? ¿Es acaso el deslavazado Big Show mejor que Kevin Owens por no ser querido como dicta su personaje? ¿Fue JBL mejor heel que CM Punk? ¿Debe ser Eva Marie aspirante el título de Divas por el hecho de generar más reacción negativa en el público que Paige? En teoría, y tal como quieren contárnoslo, la respuesta debería ser sí. Y, sin embargo, haciendo caso a esta regla, la gran mayoría de aficionados concluirá que el producto es peor si la llevamos a cabo.
Lo cierto es que estoy haciendo trampa. Pese a que en los últimos años se ha hecho hincapié en que las empresas de wrestling están rompiendo el
kayfabe, no son ellas las pioneras, sino las obligadas.
Es el público quien está acabando con él y se toma de manera distinta lo que ve. A mi parecer, más adulta. Ya no se trata de servir de elemento en el show, sino de ejercer de juez. Y si el
bookeo de un
face es aburrido, monótono o acaba cayendo en tópicos, el asistente al pabellón y la persona que está en su casa termina empezando a valorar de manera más profunda el trabajo del resto del roster. Si un
heel hace bien
heel, y además gusta en el ring, será más atractivo que el
gimmick plano del chico bueno al que los malos fastidian. Si en cambio lo hace mal o no gusta de por sí, sufrirá siendo rechazado y vilipendiado, siendo esta una muy mala señal a pesar de que lo obtenido se corresponda con la principal definición de su personaje.
El público es sesudo y ello supone sensaciones encontradas en los directivos, que tienen que lidiar con la idea de que el personaje déspota reciba méritos por encima del altruista. No debe ser fácil.
La práctica contra la teoría.
El buen mal ante el mal bien. ¿Una batalla perdida o la oportunidad de llevar el wrestling un paso más allá?
Sergio Bustos
@SergioBR10
sergiobustosrubio@gmail.com
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