Loa por una máscara de plata

Hace un par de días la empresa Google conmemoró el aniversario noventa y nueve del nacimiento de un hombre que convirtió en un icono dentro de la cultura mexicana: Rodolfo Guzmán Huerta 'El Santo'. El famoso doodle que en otras ocasiones ha recordado a figuras de la ciencia, artes y cultura pop evocó secuencias de las películas de luchadores. En Twitter el tema se convirtió en tendencia. Fue la primera ocasión en que una empresa de esa magnitud se fijo en la lucha libre. Por experiencia, me consta que existe un cierto recelo de varios comunicadores para cubrir temas del deporte espectáculo. Desdeñan la actividad por su parte del entretenimiento, pero hoy las grandes organizaciones deportivas van por esa línea. Millones sintonizan el Superbowl por el medio tiempo, no por los campeones de cada conferencia. Dado que son atletas quienes practican esta actividad, no ubican su cobertura en show. Queda en un limbo difícil de explicar. Si los medios impresos relevantes casi no cubren la lucha libre, ¿qué se puede esperar de las editoriales?

El año paso estuve radicando en la Ciudad de México. Su población de millones de personas que integran cada delegación y municipios cercanos hacen que se realicen docenas de eventos para todo público. Están de moda la presentaciones de microteatro, degustaciones de cervezas artesanales y convocatoria a protestas sociales por un gobierno que ha ido a pique tras vivir el llamado Mexican Moment con unas reformas que se diluyeron. Dentro de esta oferta, una capto mi atención. Un museo ubicado en el cuadro principal de la ciudad anunció la presentación de un libro titulado Santo y seña: relevos literarios sobre el enmascarado de plata ( Instituto Sudcaliforniano de Cultura, 2014). Aunque trate de ir al evento, por cuestiones relacionadas al trabajo no pude asistir. Un par de semanas después acudí a una feria del libro en Plaza de la Constitución, popularmente conocida como el Zócalo. Al revisar los stands, de forma casual me tope con la publicación. No dude en adquirirla.

En materiales previos he hablado de otras publicaciones que han abordado la lucha libre desde el enfoque literario como los cuentos que integran Función Monstruo - Dan Lee, autor de este material, también aporta su visión a la compilación-. La portada es llamativa, su diseño cae en el kitsch. Con un tono rosa mexicano de fondo, aparece la figura del Santo en cuclillas listo para comenzar a luchar. La máscara es blanca y su capa gris. Mara Romero y Miguel Angel Avilés fueron los encargados de hacer esta antología bajo el auspicio del Instituto de Cultura de Baja California Sur. Esa zona del país cuenta con una gran tradición de la lucha. En sus mejores años, el auditorio Fausto Gutiérrez en Tijuana fue bautizado como el 'Cementerio de las máscaras' por las grandes luchas de apuestan que se celebraron. Ahí Rey Mysterio comenzó su formación antes de revolucionar el wrestling en WCW. Más reciente fue la sede de un dream match entre la nueva generación de la lucha mexicana, Máscara Dorada ( Gran Metalik) contra Rey Fénix (Fénix, estrella de Lucha Underground y Triple A).

Treinta cuatro autores aportan cuentos, relatos, crónicas y poemas relacionados a ese hombre que atrajo multitudes en cada arena que se presentó. Unos aluden al momento en que lo vieron en acción por primera vez sobre un ring, la emoción de verlo luchar contra las injusticias propiciadas por la mafia o la amenaza de esculturales mujeres lobo, el trabajar con él en la filmación de una película o simplemente recordar las peleas con otros niños y como la máscara se convertía en una especie de poder sobrenatural para hacerle frente a cualquier cosa. Marisol Zárate ilustra el interior del libro con litografías muy bien logradas tanto del luchador en sus mejores años como de su heredero que ahora está enfocado en consolidar a la tercera generación de la familia Guzmán. En ocasiones un libro puede hacerse tedioso, pero no ocurre esto con esta publicación. En más de un momento se hace entrañable de lectura del escritor en turno que recuerda como la sola presencia de un hombre con una máscara en color plateado lo hacía creer en un especie de súper héroe que se encontraba a unos metros de distancia.

Con la globalización, se ha perdido parte de ese misticismo tan característico de la lucha mexicana. Existía la leyenda urbana de que si el Santo perdía su máscara se moriría. Esta frase absurda puede tomarse como especie augurio que se cumplió. Días antes de fallecer, el gladiador tuvo una entrevista con el periodista Jacobo Zabludovsky. Al transcurrir la charla, el luchador se quitó la capucha para mostrar parte de su rostro. Tal vez Rodolfo Guzmán buscaba un poco de reconocimiento por llevar sobre su espalda a un personaje que trascendió el ámbito de la lucha libre para ubicarse en la surrealista cultura mexicana. La televisora que grabó el programa detuvo la imagen para que la gente apreciara con mayor claridad el rostro de Guzmán. Esto lo molestó. De acuerdo a una versión del Hijo del Santo, ya había realizado la misma estrategia con otro periodista. No obstante, el momento que trascendió fue el acontecido frente a Zabludovsky.

El que un producto sea escaso no significa que sea bueno. Pero el libro analizado de forma breve brilla en un mercado donde existen pocos referentes literarios para una actividad que sigue reuniendo a miles semana a semana en la Arena México y diversos puntos de la república. Cuesta algo de trabajo adquirirlo por su tirada limitada y no ser publicado por una de las grandes editoriales nacionales. Al avanzar entre las páginas, el esfuerzo por conseguir el material así como lo invertido pasa a segundo plano. Para concluir, les comparto un fragmento de los escrito por Raúl Cota en 'Apología de Plata':

"El Santo sigue aquí, impregnando de velocidad y enigma volcado en mito la escena de los que se quedan en el bullicio de la espera, en la incasable remembranza de nosotros mismos, lo que hicimos la leyenda a fuerza de creer en la figura. Todos somos El Santo".

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