El triunfo colateral de Brock Lesnar

En UFC 200 se pusieron muchas cosas en juego. El wrestling apostó demasiado en algo que no se resolvería en el wrestling. Y ganó.

Sergio Bustos

11/07/2016 a las

"Esto no va sobre nadie. Esto va sobre mí viviendo mi vida, siendo quien quiero ser."

Brock Lesnar siempre supo quién quiso ser. Para lo bueno y para lo malo, Brock Lesnar nunca dejó de ser Brock Lesnar. Toda la historia que él mismo se propuso construir alrededor de su figura como atleta profesional mediatizado únicamente tenía como objetivo el satisfacer a una persona. A Brock Lesnar. A sus inquietudes y sus retos. A lo que realmente le hace sentir vivo y a eso que le ha convertido en una de las estrellas más relevantes en el escenario del espectáculo deportivo americano. Brock Lesnar nunca dejó de ser Brock Lesnar.

Huelga decir que la hazaña lograda en UFC 200 superando a Mark Hunt tras un asueto de cinco años lejos de las artes marciales mixtas es análogo a lo que define al de Minnesota. Brock puso en juego algo más que su orgullo y su estatus como profesional de los deportes de contacto. Pero él es un competidor nato, y precisamente de ahí viene su conflicto con el wrestling. La noche de UFC 200, la WWE tomó un riesgo innecesario, motivado principalmente por verse obligada a tomarlo debido al hambre competitivo del luchador. La empresa de Vince McMahon ponía sobre la mesa mucho más de lo que recibiría. El wrestling es kayfabe, pero a día de hoy los éxitos van y vienen fuera de él, y en el caso de The Beast, su último recorrido en WWE se construye única y exclusivamente en torno a su figura de excampeón de MMA. El aura que rodea a Brock Lesnar es la del hombre intocable, el que solo ha podido ser derrotado con trampas por la víctima de su mayor gesta: romper The Streak en Wrestlemania 30. Su apodíctico contrato a tiempo parcial permite potenciar su personaje y que sus apariciones contadas se anuncien a viva voz y atraigan a la principal masa de aficionados a los asientos del pabellón de turno. En menos palabras: Lesnar es para Vince lo que la Superbowl para un cantante (o lo que Will Smith a Pablo Motos, si me paro a hablar a nivel nacional). Te ofrece el mejor escaparate y la máxima audiencia para que vendas tu producto.

Y aquella noche de sábado, todo eso estaba en juego. "This man is a wrestler", dice Bruce Buffer cada vez que tiene que anunciar a Brock Lesnar en un octágono.

Una derrota de la peor manera posible hubiera supuesto un importante descenso de credibilidad para el gimmick de The Beast, por mucho que desde la empresa hubieran querido esconder la situación o maquillarla a través de trazos de guion.

Una derrota de Lesnar supondría el fracaso de la intrahistoria tras la caída de la racha de The Undertaker. Aquella intrahistoria que apunta hacia una joven promesa conquistando al conquistador.

Una derrota de Lesnar hubiera significado una derrota del wrestling frente a los deportes de contacto. Porque, aunque sepamos de las diferencias, esa rivalidad existe, y existe entre empresarios, luchadores y aficionados.

Y, lo más importante: una derrota de Lesnar hubiera supuesto que la persona detrás de los récords y logros pudiera renegar por completo del wrestling de cara a regresar activamente a las MMA para resarcirse.

Pero Lesnar ganó. Y con él, el wrestling volvió a ganar.

Todavía me veo sorprendido de que me llamara la atención su actitud en las entrevistas e intervenciones previas a su combate ante Hunt. Cómodo, bromista, abierto y todo un entertainer al micrófono. Brock Lesnar es feliz compitiendo, no es el wrestling lo que le llena.

Pese a su impecable profesionalidad y sus excelsas habilidades para la disciplina, siempre se fue crítico con él por su actitud y poco interés por su carrera en el wrestling. Porque vive por y para él. Porque, aunque no nos guste, es un competidor por encima de un wrestler. El aficionado debe entender esto y, aceptando la situación y altivez de Lesnar respecto a WWE, celebrarlo. Al menos ahora. El afán competitivo y el anodino interés por el wrestling de Brock ha provocado que, por una vez, los aficionados salgamos ganando. O al menos no perdiendo.

Los triunfos colaterales son escasos. Pero hoy el wrestling puede presumir de uno. Uno llamado Brock Lesnar.


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