KO, Mania

Wrestlemania 32 terminó en decepción y desilusión.

Sergio Bustos

05/04/2016 a las

Cuatro semanas. Cuatro semanas llevaba Kevin Owens anunciando que el 3 de abril de 2016 se convertiría en ‘KO-Mania’. Tenía parte de razón. Wrestlemania se ha llevado un knockout de manual. Los que disfruten con las MMA o el boxeo entenderán mejor a lo que me quiero refierir. Porque no es un ‘KO’ que sale de la nada, es uno de esos que se veía venir de lejos. De muy lejos. Wrestlemania 32 ha sido ese púgil que se desvanece golpe a golpe debido a una muy mala planificación del combate.

Hace poco más de un año escribí en esta santa página toda una declaración hacia lo que la edición número 31 del evento magno había significado para mí. Decidí titular al texto 'Oda a Wrestlemania'. El motivo era bien sencillo: tras un Road to Wrestlemania decepcionante el show acabó siendo sorprendentemente sólido, y nos dejó unos cuantos momentos para el recuerdo. Los resultados acompañaron y los combates superaron las expectativas salvando la mala construcción con la que venían de base algunos de ellos. En 2016 no ha sido así, y me temo que los responsables de esa desilusión acabaremos siendo nosotros. El RTWM fue decepcionante; Wrestlemania, como es lógico, también.

Tendemos a mirar a Wrestlemania como esa noche en la que todo puede llegar a ocurrir. Y en ese aspecto, el evento cumplió. Precisamente porque parecía que todo podía llegar a ocurrir. Todo lo malo, quiero decir.

Mi displicencia hacia la edición de este año no tiene un solo señalado o una única idea que desentonara con el resto que nos fue enseñado. La mayoría de lo que vimos no fue del agrado general, y hasta en el AT&T Stadium se notó. Gente que fue a disfrutar y había pagado un buen puñado de billetes por su entrada salió decepcionada. Porque esa es la mejor definición: decepcionante. Muy decepcionante. Evidentemente en todo puede haber ambivalencia y el show puede haberse percibido de dos maneras muy diferentes, pero estoy seguro de que a esos a los que sí les ha agradado Wrestlemania tampoco la clasificarán como una de sus ediciones favoritas. Y es por ello que no quiero dejar pasar la oportunidad de señalar por qué Wrestlemania 32 se ha convertido, para mí, en uno de los peores que he podido vivir en este siglo.

No voy a detenerme demasiado en el kickoff. Todo eso cumplió con lo que se esperaba. Si bien la manera de que Kalisto retuviera el USA Championship me parece discutible (el protector lo quita él mismo siendo babyface), no augurábamos un gran match, y la WWE parece que tampoco. La despedida de Brie Bella deja sabor agridulce, así como el poco protagonismo en el ring para una Lana que todavía está a examen. Usos vs Dudleys cumplió también con las bajas expectativas, aunque hubiese preferido una victoria de los últimos para remontar un poco el vuelo. El resto de aspectos del evento también cumplieron. Buena escenografía, preciosas entradas (a destacar las del main event y el poder vivir la de Bray Wyatt y Undertaker con el pabellón a oscuras), buena cobertura y promos gratificantes.

El opener de Wrestlemania fue proceloso. Me gusta que el Ladder Match por el Intercontinental se esté convirtiendo en tradición. Creo que llena ese vacío que quedó en mí cuando sacaron de la cartelera el habitual combate por el Money in the Bank que siempre solía dejarnos momentos memorables. El ritmo acompañó y la verticalidad también. Agradecí los siete participantes pese a que tres no tuvieran trasfondo en la rivalidad y fuesen añadidos con calzador. Pero el problema de este match es el mismo que nos viene acompañando últimamente: o el resultado no acompaña al combate o el combate no acompaña al resultado. En esta ocasión se trata del primer caso. Zack Ryder es premiado con el campeonato en un Wrestlemania al que ha llegado con cero momentum. Sí, es carismático y se suele decir a menudo que su labor en la empresa mereció algo más, pero no era su hora ni poseía el background necesario. Por mi parte habría hecho que Owens retuviera el título en su primer Wrestlemania para posteriormente enfeudarse de manera individual con Sami Zayn de cara a desarrollar la rivalidad entre ambos ya sin nadie molestando de por medio. Aun así, el error se puede salvar con nuevas storylines de por medio con Ryder como campeón. Es una mirada muy optimista, pero creo que necesaria para no acabar tirándonos de los pelos cuando pensemos acerca del resto de decisiones tomadas en el show.

El ‘caso AJ Styles’ es el que terminó con mi ilusión. Si bien el enfrentamiento con Jericho ya apuntaba a ser bastante repetitivo (al haberse visto las caras con antelación), no fue el combate el que molestó. Faltó química, sí, pero tampoco elucubramos algo muy grande. El desarrollo fue decente, pero la decisión de que Chris se saliera del Styles Clash (debería ser un move mucho más devastador dentro del kayfabe) y de que el propio Y2J derrotara a Styles. ¿Qué gana Jericho? Creo que muy poco en comparación con lo que pierde AJ. Esta debería haber sido la gran presentación del ‘Phenomenal One’ ante el mundo de la WWE, y se ha quedado en un wrestler más. Y AJ no puede ser un wrestler más. La única explicación que le encuentro a esta decisión es que el complejo de superioridad de Vince McMahon ha vuelto a entra en juego y, como ya hiciera en 2015 con Sting, haya querido volver a remarcar que el producto de la WWE está por encima del de cualquier otra empresa rival. Se hicieron cosas mal en Wrestlemania 32, pero para mí este fue el mayor error cometido.

El tercer encuentro de la noche fue para el New Day contra League of Nations. Y al tercer encuentro llegó el tercer error. Si bien no es tan grave, el no poner los títulos por parejas en juego le quitó toda importancia al combate, además de que otorgarle la victoria a LON por encima de Big E, Kofi Kingston y Xavier Woods no me parece lo más indicado. Es Wrestlemania, y guste o no, New Day está más over que nadie en el roster principal. ¿Por qué hacer perder al equipo más over en Wrestlemania cuando el combate ni siquiera es titular? El resultado da pie a un más que probable nuevo match por el campeonato en el cual podría involucrarse algún equipo nuevo.

Eso sí, fantástico segmento posterior, con Shawn Michaels, Mick Foley y Steve Austin haciendo temblar el estadio para un momento Wrestlemania muy especial. A destacar el poder ver una vez más a HBK vestido de wrestler y el Stunner final de Stone Cold a Woods, por si nos habíamos olvidado de cómo es el bueno de Austin.

Y aquí llegamos al que apuntaba a mejor combate de la noche y, adivinémoslo: claramente no lo fue. Brock Lesnar y Dean Ambrose colisionaban en un Street Fight Match en Wrestlemania donde ‘The Beast’ buscaría destruir a un ‘Lunatic Fringe’ que aguantaría todo lo que le echen encima e intentaría sacar partido de todo el arsenal a su disposición. Pues bien, finalmente no vimos nada de eso. No se observó apenas displicencia entre ambos y la cosa se quedó en las intenciones cuando hacían falta hechos. Brock lució demasiado por encima de un Dean que no dio la impresión en ningún momento de querer llevar el combate al extremo. Sillas, un extintor y ningún spot destacable. Semanas quejándonos de que Bray Wyatt arruinaría un combate fantástico y al final el combate, sin intervenciones, fue de todo menos eso. Casi mejor que hubiera aparecido. ¿Lo único positivo? El resultado. Brock debía ganar, aunque considero que no con tanta superioridad.

El combate por el nuevo Women’s Championship fue el punto de inflexión. De hecho, si obviamos el desenlace, se trata del mejor combate de la noche con diferencia. Charlotte, Sasha Banks y Becky Lynch confirmaron lo que veníamos viendo desde hace semanas: la división femenina está dando una lección a la masculina sobre cómo desarrollar storylines y mostrar una campeona fuerte y dos contenders con mucho apoyo detrás. El match fue muy bueno y puso el listón alto. Lástima el final, ya que el momento pedía una nueva campeona y la forma de retener el título no ayuda a la imagen de Charlotte Flair. Aun así, brillante trabajo de las tres más allá de las decisiones de booking.

Y por fin llegó. Si el combate de mujeres arrojó algo de luz a una Wrestlemania perniciosa, el Hell in a Cell fue la confirmación ese "nunca digas nunca". Un padre de familia no wrestler de 46 años y un señor de 51 con 24 Wrestlemanias a sus espaldas demostraron que a veces hablamos demasiado y que las apariencias engañan. Dentro de sus limitaciones y de que el match no fue muy rítmico, ambos nos dejaron un buen Hell in a Cell, y le pusieron el punto de agresividad que nadie se atrevió a poner en el resto del cartel. De eso se trataba. El papel apuntaba a desastre, pero ambos terminaron sacando agua de un pozo que parecía seco. Buenos spots, finishers a destajo (ojo al Coast to Coast), uso de la celda (que a veces se olvida que la estipulación va de eso) y grandes expresiones faciales. Mención especial para Shane O’Mac, que si bien tuvo que ser guiado por Undertaker en el resto del combate, nos dejó un momento epifánico que quedará clavado en nuestra retina para el resto de nuestros años como aficionados al wrestling. Desde lo más alto de la celda hasta el suelo con solo una mesa de por medio. Victoria adecuada para el Deadman y respeto máximo para el hijo de los McMahon en el combate más coherente de la noche y el que quizá no hizo aguas por ningún lado teniendo en cuenta las expectativas.

Pasando a la Andre The Giant Memorial Battle Royal, a destacar las personalidades presentes. Ni DDP, ni Tatanka, ni siquiera Shaquille O’Neal desentonaron en el ambiente. Revirtieron el laxo interés en algo entretenido. Una pena que no hubiera reconocimiento para Mark Henry, pero acertada decisión de la WWE dándole a Baron Corbin la victoria para una sólida presentación ante el mundo. Mucho futuro en él. Que no decaiga.

El segmento de The Rock volvió a estar al nivel que exigía el panorama. No lo que ocurrió después. La aparición de The Wyatt Family me gustó, y al público también. Wrestlemania merecía volver a disfrutar de una entrada así. De hecho, las palabras de elogio que Rocky le dedicó a Bray fueron un detalle precioso que el respetable reconoció con vítores. Pero el celebérrimo momento tornó a sórdido cuando otro combate que tuvo lugar en la cartelera. The Rock contra Erick Rowan. Sí, no pienso repetirlo. El squash más rápido de la historia de Wrestlemania y posterior humillación innecesaria a la familia al completo. Cena participó y es igual de responsable, aunque nos compensó con un pop importante cuando sonaron sus acordes minutos antes.

Y tras todo esto llegamos al main event. Main event que nunca debió ser tal. La entrada de Triple H disipó las dudas que pocos tenían sobre si abuchear o no después a Roman Reigns. Bronca para el samoano y cánticos de NXT durante el main event del Wrestlemania más grande de la historia. Para llorar. El combate no acompañó y se convirtió en una batalla insulsa cuando lo mínimo que se pedía era una guerra. ¿Lo mejor? El spear a Stephanie. ¿Lo peor? Absolutamente todo lo demás, por desgracia. Predecible, sin ningún momento destacable mejor que los ya vistos durante la noche y con un ambiente totalmente anticlimático. Así de triste cerró Wrestlemania 32. Así de triste cerró la noche donde nada debería ser triste.

Decepcionante edición que nos deja con un mal sabor de boca de cara a la nueva temporada de wrestling en la empresa líder en el sector. Sorpresas vendrán y las polémicas decisiones acabarán cobrando algo de sentido tiempo después, pero la duda está sembrada y una pregunta ronda nuestra cabeza: ¿en qué podemos confiar si ya no nos queda ni Wrestlemania?


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