Reigns, el error y la verdad

El Roman Reigns campeón que conocemos a día de hoy tiene poco que ver con el personaje que nos presentaron como aspirante. El nuevo formato de Royal Rumble 2016 puede suponer un antes y un después para los intereses del wrestler.

Sergio Bustos | @SergioBR10

13/01/2016 a las

Decía Mahatma Gandhi que "un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él". Es curioso hasta qué punto puedo llegar a extrapolar conclusiones del pensador indio más importante de la historia a un tema a priori tan simple como el wrestling televisivo. No me entiendan mal, bajo ningún concepto quiero sonar pedante, es simplemente que el símil con lo ocurrido en el último año con Roman Reigns en la WWE me encaja sin ningún tipo de esfuerzo.

Al inicio de 2015 eran muy pocos los que creían que el exmiembro de The Shield podría llegar a ser la cara de la mayor empresa de sports entertainment del mundo. En 2014 sus carencias in ring eran notables (exiguo repertorio), aún era un personaje inconcluso y no conseguía desenvolverse con naturalidad al micrófono. Solo su apolíneo aspecto, estándar de la WWE por muchos años, era una garantía de triunfo como rostro visible de la compañía. Había perdido el ‘it factor’ que le impulsó en el stable del que provino y su monotemático bookeo no daba lugar a la sorpresa. Y, con todo ello, sabíamos que él era el elegido por mucho que quisiéramos imaginar nuevas opciones.

El Royal Rumble match pasado fue el punto de inflexión de un cambio que no creíamos posible en un principio. La WWE observó la precipitación en la que estaba cayendo y reaccionó. Atrasó la coronación de Roman hasta finales de año y nos permitió frescura en los main events a nosotros y tiempo suficiente para evolucionar al wrestler. Y así fue. Me veo en el derecho de poder afirmar que muchos nos equivocamos: Reigns sí es válido como cara de la empresa. Como la cita del inicio, lo que creíamos que era un error no lo era, solo que todos estábamos firmemente convencidos de que sí. La metedura de pata fue presentárnoslo como el hombre a seguir en el momento inadecuado. En su laborioso camino hasta conseguir la corona se ha convertido en un sólido wrestler, una de las mejores opciones para ver en la actualidad, lejos de aquel luchador simple y predecible del 2014 a quien solo Randy Orton supo hacerle ir sobre raíles en un Summerslam. Sus promos han mejorado, su personaje está bien definido y ha logrado empatizar con el público, sin duda la tarea más complicada. Es campeón por antonomasia.

¿Cuál es el problema, entonces? Os preguntaréis. El galimatías viene desde que Reigns tiene el WWE World Heavyweight Championship en sus manos. En las últimas semanas es como si hubiera desaparecido aquel tipo parco en palabras, extático y díscolo que tuvo su máxima expresión en el post match de TLC. Ahora se rige a los tópicos de típico face. Actitud metódica, magnánimo y, sí, plano. Muy plano. Tan plano como que es el personaje hercúleo que planta cara al sátrapa jefe que intenta que fracase por todos los medios.

Creo injusto atribuirle la culpa a él, porque no la tiene. Ha demostrado poder ser un face diferente, impredecible y que acompañado de storylines con fondo y forma rinde a un nivel óptimo. Pero pareciera sin embargo que ese punto de vista solo se aplicaba al Roman contender, no al campeón. Lo peor es que, para más inri, la WWE ha decidido colocarle en el centro de absolutamente todo lo que puede ser relevante en la empresa a día de hoy. Reconozco que me sentó muy mal la decisión de que la próxima Royal Rumble sea por el campeonato y que Reigns vuelva a ser partícipe de la misma. No puedo encomiar ese rumbo. Llevo unos cuantos años esperando volver a disfrutar de una Rumble tras la decepción que supusieron las últimas ediciones. Esperaba poder posar la mirada en nuevos nombres que pudieran tener su momento de gloria en el legendario evento y marcaran un antes y un después en sus carreras. Wrestlers que, de una manera u otra, se erigieran protagonistas de la batalla y dejaran su huella para consolidarse definitivamente como hombres a tener en cuenta de cara a un futuro próximo. El hecho de que Reigns participe ha roto por completo mis expectativas. Por muy buena actuación que tengan los otros nombres, será el de Roman el que esté en mente del espectador por la sencilla razón de que es quien ostenta el título y quien lo puede perder.

Entiendo que Roman no va a ganar. No puede ganar. Debe consagrarse en la cima de Wrestlemania venciendo al tipo que le arrebate el título en este combate. Pero si para llevar a cabo el plan me adelantan uno de los más que posibles finalistas y me burlan la posibilidad de consolidar a un nuevo aspirante que aporte frescura, que no cuenten conmigo. El escenario es diferente, el fondo más de lo mismo. Eso es lo que me echa para atrás.

No veo cómo pueden sorprenderme de aquí a Wrestlemania visto este inicio, pero quizá sea un buen momento para no creer. Porque, pese a que la ilusión es la base de este espectáculo, muchas veces nos va mejor siendo prudentes. No soy docto en wrestling moderno, solo un tipo al que le gusta esto y disfruta con ello, y hoy disfruto algo menos. Espero equivocarme y que, como dijo Gandhi, el error no se convierta en verdad.

Puede que empiece a vislumbrar optimismo. Podría ser el inicio de una bonita mentira.


Sergio Bustos
@SergioBR10
sergiobustosrubio@gmail.com

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