El show que fuimos 'faces' peligrosamente

'Las virtudes de ser un ‘babyface’ están claras en cualquier empresa de lucha libre, tienes la mayor fama, la mayor popularidad, la mayor venta de material con tu cara, y el mayor cariño de los fanáticos. ¿Qué podría salir mal?'

Daniel Andana

12/12/2014 a las

Ser ‘babyface’ se basa en tres premisas muy sencillas: Tienes que demostrar bondad, tienes que comportarte de manera correcta en el ring, y por último, tienes que conectar con el público para que coreen tu nombre y tus frases hechas. Los dos primeros pasos son sencillos, cualquiera puede comportarse correctamente según unas normas preestablecidas, pero luego está tu conexión con el público para que tus combates no sean un silencio constante.

¿Cómo conseguir esa conexión? Es simple, hay unas personas malvadas, unos seres terroríficos en el vestuario llamados ‘heels’ que no soportan tu bondad, quieren destruirte, al igual que destruirían todo lo que quieres para conseguir el simple objetivo de verte sufrir. ‘Heels’ como Bray Wyatt quieren que encuentres tu lado oscuro, Seth Rollins establecerse como el hombre fuerte de la empresa, MVP quiere controlar Impact o Big Show... Big Show tiene sus problemas para decidir exactamente en qué bando está.

Vale, hasta aquí la lección de ‘wrestling’ básico que no es nada nuevo para nadie. ¿Cuál es el problema entonces? ¿Qué tienen de malo los ‘babyfaces’?

Iré al concepto más básico de una historia. En cualquier medio narrativo hay que establecer los tiempos de lo que estamos contando, el clásico presentación, nudo y desenlace; cuyo establecimiento está marcado por puntos de interés o acciones definidoras que hacen que la presentación pase a desarrollarse, y finalmente que ese desarrollo llegue a una conclusión. Los conflictos que generan el interés de la narración se establecen por los arquetipos básicos de la literatura, siendo un posible ejemplo un héroe que se ve frenado en su viaje conseguir un objetivo por un villano mientras su mentor, una doncella o sus aliados evitan que un personaje débil o la propia sombra de su bondad haga triunfar al mal.

Es un concepto sencillo y que se puede minimizar a la frase “los buenos deben enfrentarse a los malos porque sus objetivos están enfrentados”. Volviendo al ‘wrestling’, los buenos están en constante conflicto con los malos, y gracias a ese enfrentamiento en los guiones podemos vender entradas, merchandising, y asientos de primera fila para ver el proceso de construcción del conflicto. Los fanáticos quieren ver al bueno triunfar, o en menor medida, aguarle los planes con la victoria del malo.

Esto lleva a dos problemas esenciales: ‘La mala construcción del conflicto’ y ‘el exceso de heroísmo’.

¿Cuándo hay una mala construcción del conflicto? Es sencillo y son 3 pasos con 2 intermedios

  1. Establecer por qué el bueno y el malo deben enfrentarse.
    1. Darle un giro a la trama poniendo en dificultades al chico bueno (o al malo en algunos casos).
  2. El largo proceso de desarrollo de la rivalidad, donde todo vale. Puede estar mejor o peor escrito, pero simplemente debe coger los puntos anteriores y crear puntos nuevos para que sea interesante.
  3. Poner a los afectados en un peligro tangible que lleve a la necesidad de acabar la historia.
  4. Darle un desenlace mínimamente creíble y que tenga una importancia proporcional a la longitud del conflicto.

Al acabar el punto 3, todos los personajes que se han visto involucrados deben volver al punto 1, pudiendo ser el “por qué” de su nuevo conflicto simplemente el desenlace del conflicto anterior. Cualquier construcción que se aleje de este esquema hará tambalear la credibilidad de lo que están intentando hacernos ver.

¿Por qué un feudo tan largo como el de Daniel Bryan contra La Autoridad funcionó bien? Establecieron una buena presentación (Daniel consigue una oportunidad por el título), con un buen giro (Triple H le traiciona y se convierte en malo, arrebatándole el título mediante Orton), que pasa a un desarrollo lógico (La Autoridad y sus secuaces se dedican a molestar a Bryan), y que tras un peligro (Bryan está dominando a los fanáticos y Triple H golpea constantemente a Bryan por ello) lleva a un final apoteósico (Daniel Bryan vence en Wrestlemania a Triple H, Randy Orton y Batista; luchando dos veces y saliendo del “Main Event” como campeón). Tras acabar este feudo, volvemos al punto 1: Como Daniel Bryan es campeón, hay que quitarle el título como sea, siendo su nuevo rival Kane. El feudo acabó desde su premisa original: El objetivo de Bryan era el título y tras todos los impedimentos lo consiguió, permitiéndose un feudo con Bray Wyatt en medio.

Cualquier feudo en el cual no sepamos por qué ambos luchadores quieren pelear, su conflicto no se alargue lo suficiente en el tiempo, o su desenlace no sea creíble, es un feudo que ha fallado.

Pero este artículo no menciona a los chicos malos en su título, sino a los buenos. Por tanto vamos al siguiente punto a tratar:

¿Cuándo hay exceso de heroísmo y en qué repercute? Aquí la norma es aún más sencilla: El chico bueno siempre debe estar en peligro. Podemos dejarle perder sus historias, o hacerle ganar, pero sus victorias nunca deben alargarse suficiente para convertirse en un chico bueno odiado.

Es aceptable que un ‘Monday Night Raw’ acabe con la victoria de los buenos, siempre que sea sufrida o haga un esfuerzo titánico para lograr su victoria, ya que eso hace que los observadores de la historia nos sintamos a gusto con que el héroe haya superado la adversidad; siempre que este héroe sea la semana siguiente puesto en grandes dificultades de nuevo. Lo que se podría denominar como ‘La fiesta del babyface’ solo hace que el producto se resienta, hay que generar odio, hay que conseguir que los malos parezcan seres terribles, deidades lovecraftianas horrendas que con un chasquido de dedos puedan hacer desaparecer el heroísmo del ‘face’. Un malo poderoso que se haga temer y siempre sea correoso hace que el héroe que le derrote sea aún más héroe. En esta ‘fiesta del babyface’ vemos como los ‘Raw’ acaban con los chicos buenos humillando a los malos y posando en el ring para su público. Es una estampa que debería dejar de verse, Raw no es más que el desarrollo del conflicto, si un chico bueno tiene que vencer, debe hacerlo en PPV, donde las historias acaban.

El producto solo recibe un empujón hacia abajo cada vez que el héroe gana con total facilidad. Estamos hablando de crear un conflicto que vender a los fanáticos, y si el héroe es superior al villano, ¿dónde queda un enfrentamiento que podamos considerar justo y realista? Las historias clásicas ya huían de este concepto. En la obra de Virgilio, el viaje de Eneas de Troya a Italia duró 7 años de penurias y complicaciones de las cuales se sobreponía lo justo para llegar al gran final.

En las últimas ediciones de ‘Raw’ estamos viendo que los derrotados luchadores del ‘Team Authority’ en ‘Survivor Series’ son vapuleados constantemente por los buenos e introducidos en feudos y con premisas poco atractivas. Los malvados luchadores que defendieron a Triple H y Stephanie McMahon fueron derrotados en el PPV, y posteriormente humillados por el grupo de chicos buenos durante dos ‘Raw’ seguidos. ¿Creen los creativos que esta es una forma de vencer TLC? El enfrentamiento a la postre más interesante era el de Dean Ambrose y Bray Wyatt, pero volvemos al gran problema de Ambrose, todavía no ha sido capaz de acabar un feudo con una victoria o derrota tajante (ni descalificaciones, ni interferencias) y ha llovido bastante desde la disolución de ‘The Shield’.

Esperemos que los creativos reaccionen a tiempo, ya que no hay en los shows ahora mismo ninguna figura ‘heel’ que de miedo real, el ordenador podrá intentar molestar a John Cena quitándole su ‘shot’ por el título de la WWE, pero la figura que da miedo y pone en dificultades a los chicos bondadosos no puede ser un aparato electrónico que usa a Michael Cole como títere, tampoco un cobarde ‘Mr. Money in the Bank’ con dos pequeños guardaespaldas, ni un viejo demonio con pantalones de ejecutivo. Menos un bipolar Big Show, un Luke Harper demasiado verde para empezar a imponer, un Mark Henry humillado en ‘Survivor Series’ o un Rusev que lejos de estar imbatido, su construcción como monstruo temible parece estar estancándole al ‘midcard’ si lo mejor que tienen para él es Jack Swagger... de nuevo.

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